Se dice que el amor es lo más bonito que hay. Especialmente, cuando viene de vuelta, es decir, cuando te das cuenta del porqué es bonito. Ese porqué puede tener diversos recorridos, largos o cortos. Los largos parecer más intensos que los cortos, no sin estos ser de menor calidad aunque sí de menor peso.
Tres amores bonitos:
-El amor naciente es bonito porque te coge de sorpresa. Como si tuvieras las riendas de él y lo dominaras. (El caballito salvaje, lo digo por darle una imagen). El amor naciente, que muere joven o siempre queda idealizado con mayor o menor tamaño en nuestro recuerdo o imaginación.
-El amor fraguándose. Digamos, el amor (de la bola de nieve) que va a más inconscientemente. Con la suerte de corresponderlo con una pareja, en el mejor de los casos. Naciente amor que no para de crecer y crecer. El amor fraguándose, es oportunista y se mantiene; se aspira a él; es el presente con el ayer y el mañana, algo así como 1 día presente en mitad de 48 horas.
-Y el amor de ida y vuelta, (de desfile), el que lleva más lección de sí mismo. El que se puede mascar mentalmente. Aquel, en su momento, no fuiste capaz de valorar, entender, atender, compartir o corresponder. El amor de ida pero con retroceso; el amor de huella sobre huella; el amor exacto o certero; el amor con mayor estiramiento, cuya intensidad no era su primer plano ni su objetivo, sino tomar su tiempo o considerarlo. El amor de ida y vuelta, un amor conocido, que ha dado sus pasos hasta el final y se puede ver hasta dónde llegó, pero se gira y vuelve; vivo de experiencia, seguro; el que no falla ni fallará aunque se hubiere fallado.
Cualquiera de ellos es amor. Difícil elegir uno de los tres. Porque si eliges amor naciente es un amor nuevo, bonito; por crecer. Si eliges amor fraguándose es un amor con principio y sin final aún, de continuo; es un gran naciente. Y si eliges el amor de ida y vuelta es un amor que ha ido de frente, se da la vuelta y puedes saber su cara y su espalda; el amor más expuesto a la vida.
Los tres son bonitos o 3D. Están envueltos de período o vivencia. De novatada o principiante; de convencido o con ganas; y claramente de vida con vuelta o ventaja.
Con los años se llegan a conocer los tres amores. Incluso con el amor fraguándose puede saberse un poco del amor de ida y vuelta, puede deducirse en pequeña medida, adquirir confianza. Con el amor naciente no se puede deducir nada, puede ilusionarse tan sólo. El amor de ida y vuelta, únicamente necesita de más tiempo para que la vuelta sea igual de larga que la ida, es decir, salud.
El amor de ida y vuelta, te hace ver la ida mientras haces la vuelta. Te hace amar más lo amado. Te hace poder ser amor en muchos momentos, incluso mediante el recuerdo, una ida, que sin vivir la vuelta puedes saber cómo sería ésta. Es el amor más provechoso. Es el amor al que se puede llegar. Si bien es necesario previamente experimentar el naciente y que consiga fraguarse.